Sergio y Richard. 29 de noviembre de 2008. Playas de Mioño y Arenillas, Cantabria.
A pesar de las advertencias de las noticias de que había vientos de más de 90 km./h. vamos a la playa a ver que tal están las cosas.
En primer lugar decidimos acercarnos a la playa de Mioño, que como está algo más resguardada y hacía mucho que no íbamos, nos apetecía. Pero después de costarnos un montón cambiarnos, por el frío y bajar hasta el agua, vemos que se han descubierto muchas rocas grandes en la orilla, y que en algún vuelco, podemos darnos un susto. Así que después de mojarnos, decidimos que no vamos a jugarnos el tipo, tan gratuitamente.
Nos ponemos unas toallas y vamos hasta la playa de arenillas que sabemos va a estar mejor, por lo menos en cuanto a rocas.
Hacemos lo mismo, bajamos hasta el agua, empezamos a remar y la convinación del viento y una fuerte corriente hacia la parte derecha de la playa, hace que el barco sea incontrolable, y decidimos que no merece la pena llevarse un disgusto y aparecer en alta mar.
Hay veces, que es preferible tirarse a tiempo, que pasar un mal rato.
Esta playa tras varios temporales ha ido cambiando la posición de la arena, haciendo que cambien las olas y las corrientes. Lo que antes conocíamos, es cada día algo distinto. Por lo que si antes había que tener cuidado, ahora, es por una razón más. Aunque aun así, nos sigue encantando esta playa, que nos aporta la diversión que buscamos cada vez que al mar le interesa ponerse de nuestra parte.
Para divertirnos, Otro día será. No hay prisa.
El mar va a seguir ahí cuando volvamos.
A pesar de las advertencias de las noticias de que había vientos de más de 90 km./h. vamos a la playa a ver que tal están las cosas.
En primer lugar decidimos acercarnos a la playa de Mioño, que como está algo más resguardada y hacía mucho que no íbamos, nos apetecía. Pero después de costarnos un montón cambiarnos, por el frío y bajar hasta el agua, vemos que se han descubierto muchas rocas grandes en la orilla, y que en algún vuelco, podemos darnos un susto. Así que después de mojarnos, decidimos que no vamos a jugarnos el tipo, tan gratuitamente.
Nos ponemos unas toallas y vamos hasta la playa de arenillas que sabemos va a estar mejor, por lo menos en cuanto a rocas.
Hacemos lo mismo, bajamos hasta el agua, empezamos a remar y la convinación del viento y una fuerte corriente hacia la parte derecha de la playa, hace que el barco sea incontrolable, y decidimos que no merece la pena llevarse un disgusto y aparecer en alta mar.
Hay veces, que es preferible tirarse a tiempo, que pasar un mal rato.
Esta playa tras varios temporales ha ido cambiando la posición de la arena, haciendo que cambien las olas y las corrientes. Lo que antes conocíamos, es cada día algo distinto. Por lo que si antes había que tener cuidado, ahora, es por una razón más. Aunque aun así, nos sigue encantando esta playa, que nos aporta la diversión que buscamos cada vez que al mar le interesa ponerse de nuestra parte.
Para divertirnos, Otro día será. No hay prisa.
El mar va a seguir ahí cuando volvamos.
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